Historia de la Semana Santa de Ronda-Padre Jesus

Muy Venerable y Antigua Hermandad de Nuestro Padre Jesus Nazareno y Nustra Señora de los Dolores 

Para hablar de los orígenes de la Hermandad debemos remontarnos a un listado de hermanos de cera de la procesión, con fecha del año 1698, lo que indica que ya llevaba varios años constituida, por lo que se puede situar el comienzo de la cofradía en la segunda mitad del siglo XVII. Otros documentos hacen referencia a una salida procesional en la tarde del Miércoles Santo del año 1708 y de la integración de la Hermandad de la congregación del Santo Rosario en el año 1734. En el mes de abril de 1776 aparece el documento que refleja la concesión de las Constituciones de la Cofradía por el Obispado de Málaga, al haberse perdido las antiguas. Éstas son las que aparecen en el cuadro de Hermandades existentes en Ronda con fecha del 31 de diciembre de 1849.






Canónicamente establecida desde sus inicios en la parroquia, entonces de Santa Cecilia, actual Padre Jesús. Las imágenes son de un enorme valor escultórico y sobrecogedora belleza plástica. El Nazareno aparece portando la pesada Cruz , ayudado por el Cirineo. Según cuenta la leyenda, era tan perfecta la obra del artista del siglo XVI que la emoción de contemplarla fue la causa de su muerte. En 1910 se realiza una reforma de los estatutos originales.





En el intervalo de los años 1920-1928 se amplía el tamaño del paso de Padre Jesús, pasando a ser de plata con líneas más góticas que barrocas, pero en lugar de ser de costaleros pasa a ir portado por hermanos que lo llevan en sus hombros apoyados sobre palos, que serán ayudados por horquillas. Las parihuelas en las que iba la Virgen son sustituidas por un paso completo sevillano de costaleros que se compró a la hermandad de pasión de Sevilla en el año 1928, al igual que el manto de la Virgen del que destacan los bordados en oro y la paloma en relieve, igualmente de oro. El antiguo paso de Nuestra Señora de los Dolores se vende a la Hermandad del Señor de la Escala sirviendo más tarde de peana a Nuestra Señora del Buen Amor. En el año 1966 se pasan los bordados del manto, que era negro, a un magnífico terciopelo de Lyón rojo, trabajo realizado en el Convento rondeño de las Hermanas Franciscanas.

En el año 1936 estalla la guerra civil y las imágenes de los titulares se profanan y queman, lo que causa un enorme impacto en el pueblo rondeño. La imagen de Nuestro Padre Jesús era una maravillosa talla articula y con cabellera de pelos naturales y rica túnica morada bordada en oro datada en el siglo XVIII y de la Escuela Sevillana y catalogada dicha imagen en torno al círculo del imaginero D. Francisco Ocampo de Figueroa. La antigua imagen de Nuestra Señora de los Dolores, según una fotografía de D. Miguel Martín, nos presenta una talla Dolorosa del siglo XVII con una corona de aureola con 12 estrellas según San Juan en el Apocalipsis. De esta quema sólo logran salvarse algunos enseres que estaban fuera del templo, entre ellos el manto.



En 1937 el fervor popular hace que un grupo de cofrades reorganice la Hermandad y en el año 1942 se le encargan al imaginero sevillano Castillo Lastrucci las tallas de Nuestra Padre Jesús y de la Virgen de los Dolores.
En el año 1978, se recupera la tradición y los dos tronos vuelven a ser portados por costaleros. En el año 1980 se ve cumplido uno de los sueños al adquirirse un solar que con el tiempo se convertiría en Casa de Hermandad-
Entre sus Hermanos Mayores Honorarios se cuenta con el Excelentísimo Ayuntamiento de la ciudad de Ronda, la Real Maestranza de Caballería de Ronda y el recordado D. Cayetano Ordóñez Aguilera “Niño de la Palma” 26 de marzo 1942.







Esta antigua Parroquia de Santa Cecilia, desde sus orígenes fue la Sede Canónica de la  Hermandad de Padre Jesús Nazareno, además de otras Hermandades, residentes en la Ciudad de Ronda, como aparece en el Estadillo de Cofradías y Asociaciones Religiosas, firmado por el Vicario de aquella época Rvdo. D. José Ramón Guerrero Horrillo.
   Nuestros Titulares entonces estaban compuestos por la Hermandad de Padre Jesús Nazareno, cuyo Mayodormo y Depositario era D. José Justo y la Hermandad de la Soledad, con D. Juan Vázquez como Mayordomo y Depositario, ambas se procesioban el Viernes Santo.
   El origen de esta antigua parroquia de Santa Cecilia, hoy Padre Jesús, se remonta a los tiempos de recién terminada la Reconquista, siendo el primer templo cristiano de aquella época.

PADRE JESÚS NAZARENO
 Tres hechos fundamentales hacen posible que esta hermandad cuente

 con un considerable número de tallas históricas: su considerable antigüedad, la especial veneración que profesa en gran número de rondeños, y el ensañamiento al que la Iglesia en que guardaba su patrimonio fue sometido durante la barbarie bélica de 1936. Fueron justamente los acontecimientos que trajo consigo la Guerra Civil los que acabaron con las antiguas imágenes de la hermandad. Aquel triste mes de febrero ardieron todas las imágenes, titulares o secundarias, con las que contaba la hermandad. Gran conmoción causó en toda Ronda la destrucción de Ntro. Padre Jesús Nazareno, pues desde antiguo era una de las imágenes más queridas y admiradas de Ronda. Ésta, que comenzaría a procesionar con la hermandad en el siglo XVIII – la inexistencia de referencias documentales nos impiden hacer más precisiones al respecto-, continuó haciéndolo con certeza hasta 1935, ya que su cremación en 1936 impidió que lo siguiera haciendo en los años sucesivos.



Se trataba de una talla anónima, datable en la primera mitad del siglo XVIII, articulada y de vestir. En ella llamaba la atención rasgos tan de su época como el pelo natural, la abundante y puntiaguda barba, la poderosa zancada con la que adelanta el paso (avanzando para ella la pierna izquierda), su posición flexionada, el leve giro a la derecha de su cabeza o la característica expresividad de su rostro; de gran dulzura y sereno sufrir, en el que destacan elementos tan barrocos como la posición inclinada de la cabeza, los entornados ojos de cristal, unos amplios y muy marcados párpados bajo pronunciado arco ciliar, la escasa presencia de sangre, su esbelta y puntiaguda nariz –de gran relieve y con las aleta nasales buscando dar impresión de dolor al rostro-, y una bastante bien modelada boca, que imprimía realismo al rostro al dejar ver la talla de los dientes y parte de la lengua.
El Nazareno acumuló no pocas leyendas; así, fue común mencionar a principios del pasado siglo que el artista que lo talló en el siglo XVI, tras contemplar su obra finalizada y comprobar su proverbial belleza, murió de la emoción. Pero no era para tanto. La talla, a pesar de presentar notables méritos artísticos, no se aproximaba a las mejores realizaciones de su época. Se nos presentaba aceptablemente modelado y con una más que aceptable adaptación a los modelos iconográficos dieciochescos, y aunque presentaba  rasgos tales como la cabellera de pelo natural, que nos pueden hacer pensar en su adscripción a la escuela granadina, se trataba en realidad de un Nazareno de escuela sevillana, que seguía los parámetros impuestos por el círculo de la familia Roldán, pero sin llegar a la maestría de las obras de Pedro Roldan, su hija Luisa, Francisco Ruiz giron (discípulo de Pedro y autor del soberbio crucificado vulgarmente conocido como EL Cachorro en Sevilla) o Pedro Luque Cornejo (sobrino de Luisa Roldán y autor del rondeño Cristo de la Sangre). Pero aún sin ser una obra puntera, fue una de las mejores tallas de la Semana Santa de Ronda ha tenido a lo largo de su historia.


A través de la espléndida fotografía  de Rafael Martín conservada en una colección  particular rondeña, y por razón del oportuno análisis artística de la pieza, puede concluirse sin miedo a equivocarnos que la talla mariana de referencia era la obra más importante de las atesoradas en la popular iglesia y, sin duda, una de las destacadas en el panorama escultórico rondeño que se conservó hasta el primer tercio del siglo XX. En este sentido, podía equipararse a imágenes marianas de la categoría de la Virgen de la Paz –en la iglesia de San Juan de Letrán-, la Virgen del Mayor Dolor –en Santa María-  y la Virgen del Patrocinio –en las franciscana del barrio.
Sea como fuere, nos encontramos ante una escultura de candelero que presenta únicamente talladas cabeza y manos. Marcado por una expresión de dolor contenido y circunspecto, el rostro de la Dolorosa acentúa desde la serenidad aquellos rasgos más perceptibles que mueven el ánimo sensible del espectador. Así, el reflexivo sufrimiento de María se ve intensificado aquí mediante la acentuada ondulación de las cejas al fruncir levemente el ceño, la boca entreabierta que permite vislumbrar dientes y lengua y, sobre todo, unos característicos ojos almendrados de abultados párpados que denotan las marcas inconfundibles de quien llora desconsoladamente. Todo ello, condicionado a la evidente inclinación lateral de la cabeza y la mirada baja de abstraído y meditabundo gesto. Por su parte, las carnosas manos de la escultura extienden los dedos con delicadeza, juntando levemente el anular y el corazón, y desplazando hacia atrás el meñique, en pro de esa actitud de dolor interiorizado que se quiere transmitir. Estas características, junto a los volúmenes redondeados de su fisonomía, retrotraen la factura de la obra a finales del siglo XVII y principios del XVIII, pudiéndose circunscribir a talleres de esculturas sevillanas muy cercanos a la figura de Pedro Roldan. Efectivamente se encuentran ciertas similitudes formales y estéticas con la producción de su hija Luisa Roldan popularmente conocida como “La Roldana”, en especial con las esculturas del Nazareno y la Dolorosa que ejecutó hacia 1697-1701 para el convento de religiosas franciscanas de Sisane (Cuenca)